La claridad de la mente es una de las cualidades más codiciadas por los meditadores.
La claridad – ese estado de la mente sin dudas, sin movimientos, sin diálogo interno, sin juicios, expectativas, sin miedos ni esperanzas. Todo está claro, todo está en su lugar.
Es como mirar el espacio abierto, arriba, en las montañas, viendo por encima de las montañas – solo tú y el espacio, todo está claro.
O estando en la playa, mirando hacia el horizonte, por encima del mar.
La claridad de la mente aparece en ese momento cuando la mente impura, ordinaria, cotidiana, marcada por los movimientos bruscos y sin control, se separa de la mente pura, abierta, espaciosa, libre de cualquier ruido.
Este es el preámbulo de la perfección.
Desde la mente en claridad nacen emociones en calma y las acciones de gran impacto.
Todo lo contrario de la mente que está en caos. Ésta da nacimiento a emociones profundas y dramáticas, actos igualmente caóticos y que difícilmente llegan a su objetivo.
El caos en la mente se ve como dudas, miedos, expectativas y exigencias, también miedos, angustia y ansiedad.
¿Algo más?
Mejor busca la claridad y el espacio en la mente, así tus actos y tus emociones te acercarán al bienestar y a la felicidad.
La meditación que brinda claridad difiere mucho de las meditaciones que relajan.
Las que relajan, en realidad disminuyen la claridad en la mente, y de esta manera el practicante se desconecta de todo, incluyendo las fuentes de su malestar, y así, momentáneamente, recupera su equilibrio.
Las prácticas que desarrollan la claridad, a parte de liberar el sufrimiento en el momento de la práctica, dan la oportunidad de llegar a las raíces del mismo. Despiertan la consciencia.
¡Atrévete y busca la claridad de la mente!