Nuestra realidad y el entorno dependen, en gran medida, de nosotros, quienes lo observamos y vivimos. Es decir, la manera en la que percibimos la realidad depende de la mente, es ésta que imprime su esencia sobre esa realidad dejándole un específico «sabor» ya sea de la felicidad o tristeza.
Si lo pensamos bien, un día nos asomamos por la ventana y la vista nos trae la melancolía y otro día, la misma vista nos brinda la alegría. Eso quiere decir que lo que vemos y en consecuencia lo que estamos viviendo, depende más de nuestros proceso internos que de lo que ocurre afuera.
Aquí yace el gran potencial de la meditación – si logras cambiar la mente, cambiaras tu realidad.
El primer paso para ello es la apertura de la mente.
¿Qué quiere decir la apertura de la mente? Simplemente es la mente que no imprime sus expectativas, temores, exigencias, emociones, la mete que no trata controlar aquello que ocurre afuera sino lo vive profundamente tal como es.
Hay un gran número de practicas que nos enseñan esa increíble y poderosa cualidad de la mente: la Apertura.
Quien la tiene, tiene la llave de su realidad.