… es una cualidad imprescindible en la vida, sobre todo tan cuando es tan agitada como la que vivimos en la época actual. La estabilidad se manifiesta de diferentes formas y un meditador sabe reconocerla en su vida y reconoce cuando pierde el piso.
La estabilidad en el cuerpo es una cosa, la estabilidad emocional es otra y la estabilidad de la mente es algo más distinto todavía. Al mismo tiempo las tres se apoyan mutuamente, es decir si uno logra la estabilidad emocional, seguramente su mente será menos agitada y sus acciones más seguras. Asimismo su entorno la apoyará con más solidez y fuerza. Todo lo contrario con una persona que carece de estabilidad emocional. Igualmente la estabilidad en la mente influye en la emocional y en la física, y la física alimenta al a emocional y la de la mente.
El cuerpo tiene su estructura física, sólida y estable pero hablando de la estabilidad más bien nos referimos al efecto de quietud que ésta estructura puede generar en nosotros.
La quietud en el cuerpo ocurre cuando la persona pierde actitud, deja de reaccionar a lo externo o interno, suelta la necesidad de interactuar, controlar, cambiar, dominar. Al soltar todo esto, entra en estado de quietud porque el cuerpo no tiene nada que hacer. El cuerpo se relaja, suelta las tensiones porque pierde el estado de alerta, la prontitud de reaccionar. Es tan fuerte y obvia esta experiencia que dejamos de percibir nuestro cuerpo como algo físico y real.
Pero la quietud viene acompañada de seguridad porque junto con esa increíble quietud surge la experiencia de inamovilidad – vale la pena detenerse y sentirla. En seguida aparece la experiencia intocabilidad, ¿y porqué no de invencibilidad? Esa es la seguridad que nace dentro de ti.
Así que a través del cuerpo puedes conectar la experiencia de seguridad más grande que existe y ésta nace dentro de ti.
Pruébalo… no tienes nada que perder.
Refúgiate en ti mismo.