Las prácticas de la meditación budista o del yoga, tienen como su objetivo ulterior la iluminación o la liberación del practicante – ese misterioso y prometedor término que muchos usan y pocos entienden.
¡Qué difícil es llegar a algo que ni siquiera entendemos bien!
Una amiga mía, hace un par de días me comentó que encontró a un maestro que prometía la plena iluminación en seis meses pero que ella en seis meses todavía iba a estar ocupada así que se salió de su clase. .. e hizo muy bien.
Pero hoy no quiero hablarles de la iluminación o liberación, esa ulterior, última, de los budas y de los santos sino de la iluminación aplicada a la vida diaria porque espero que ese sea el objetivo de sus prácticas.
Si logras a liberarte de aquello que te hace sufrir, si llegas a desarrollar las cualidades y la excelencia como ser humano – estarás en el camio de la iluminación, te estarás liberando de lo oscuro de tu mente, del dolor, dando pasó a bienestar.
Si tu logras a liberarte de tus demonios de la mente, tus actos serán distintos y entonces tu entorno responderá con la misma cualidad luminosa que tu generas: si das calidez y amabilidad, eso lo recibirás.
Así que, todos nosotros, los yoguis del siglo XXI, aquellos que vivimos en ciudades grandes, llenas de estrés, tráfico y caos, busquemos esos pequeños momentos de iluminación, de la liberación de los demonios de nuestra mente cotidiana y volvamos a ser libres de negatividades – aunque sea por un momento.
Para eso debemos practicar diario esos momentos de la iluminación inducida, practicar la claridad de la mente – lo opuesto de la confusión. En la claridad y en el orden están todas las cualidades que necesitamos, en el caos está el dolor y sufrimiento. Tu decides.
Practica diario, aunque sea unos minutos… serán como néctar para tu alma y para el espíritu e iluminarán el camino hacía esa liberación ulterior.