Perder lo humano es perder la capacidad de estar bien
Según el planteamiento que hace en su libro «La rana que no sabía que estaba hervida… y otras lecciones de vida» Olivier Clerc, escritor y filósofo franco-suizo, si una rana se pone en agua hirviendo, saltará, pero si la rana se pone en agua tibia que luego se lleva a ebullición lentamente, no percibirá el peligro y se cocerá hasta la muerte. Algunos biólogos modernos dicen que la rana de todos modos saltará pero otros dicen que ya estará muy cansada de ajustar su temperatura y no logrará salir. Nadie se atreve a hervir la rana para comprobarlo… afortunadamente. Pero la analogía nos sirve perfectamente.
Este es el denominado síndrome de la rana hervida – una analogía que se usa para describir el fenómeno ocurrido cuando ante un problema que es progresivamente tan lento que sus daños puedan percibirse como a largo plazo o no percibirse, la falta de conciencia genera que no haya reacciones o que estas sean tan tardías como para evitar o revertir los daños que ya están hechos. La premisa es que La historia se usa a menudo como una metáfora de la incapacidad o falta de voluntad de las personas para reaccionar o ser conscientes de las amenazas siniestras que surgen gradualmente en lugar de hacerlo de repente. (esto lo dice wikipedia).
La cosa es que nos estamos acostumbrando a las situaciones cada vez más inverosímiles y peligrosas.
¿Eso es bueno?
¿Porqué la rana hervida no saltó? ¿Qué es lo que la mató: el agua hirviendo o su incapacidad para decidir el momento en el que debía salir?
Esto se preguntan los psicólogos y otros especialistas pero para lo que le concierne a la rana misma, la respuesta ya es irrelevente porque ya está muerta.
Lo que nosotros debemos reconocer es que algo similar nos está pasando a nosotros, los humanos, y eso esta ocurriendo ya desde hace mucho tiempo. sin embargo ahora, en los tiempo de la pandemia, se vuelve mucho más visible. Aquí un ejemplo de una plática clásica, en un restaurante, al abierto por supuesto (por aquello de la seguridad):
– ¿Ya supiste? ¡Que terrible¡ Se murió el fulanito y toda su familia esta contagiada.
– ¿En serio? ¡que horror!
– ¿Qué vas a pedir?
– Ay no sé… creo que una ensalada, estoy a dieta.
El resto es irrelevante.
Ahora si, ¿ya sientes el agua que está hirviendo alrededor de ti?
Déjame te explico.
En las situaciones que vivimos la resiliencia de alguna manera nos hace aceptar las condiciones que vivimos. No sé porque, tal vez porque la mente quiere proteger del sufrimientoal ego. Pero lo debería hacer la consciencia, no la misma mente cochambrosa y llena de sargazo. Al aceptar lo inaceptable nos volvemos menos humanos, nos transformamos, perdemos nuestro alma humano.
Perdemos aquello que nos hace humano, aquello que nos acerca a lo divino, liviano, libre: las cualidades humanas. Para empezar la cualidad de la empatía – tan indispensable para un ser humano porque detrás de la empatía está la compasión y ambas permiten que el amor que uno siente sea completo y pleno.
La mente nos protege del dolor, del miedo, del sufrimiento pero el precio es muy alto: perder la capacidad de estar vviendo en el bienestar, estar felices. Cada vez que cerramos los ojos a la desgracia, sufrimiento de otros, perdemos la capacidad de estar bien.
Cada vez que nos conectamos con el megaconsumismo norteamericano que propone un estilo de vida excesivo y adempas inaccesible y enseña que el bienestar es tener, nos desconectamos de nuestra propia sensibilidad y la capacidad de estar bien.
Te doy un ejemplo
El estilo norteamericana de vida, el bienestar ilusorio que nos inculcan a través de los trends, influencers, publicidad, a través de absolutamente todos los medios, es al camino que lleva directo al malestar. Al estrés, angustias, apegas, desoes, enojos: samsara – el mundo del sufrimiento. Nos hace descponectar de nuestra propia sensibilidad humana y nos convierte en tragones consumistas que cada vez quieren más y más.
A finales del 2020, en un periódico europewo encontré la clásica sección de lo inolvidable del 2020. Había dos fotos, una al lado de la otra, y nunca las olvidaré. En una estaba Ariana Grande, una foto tomada probablemte durante los Grammys 2020 y en la otra la foto de un niño en sus últimos momentos de vida, literalmente muriendo de hambre, en Yemen. Por cierto ¿a alguién le interesa saber dónde está Yemen o qué pasa allí? No respondan – la prgunta es retórica.
Bueno, aquí están las fotos
Pero ¿qué puedo hacer?
No puedes hacer mucho o nada por el hambre en Yemen o la violencia y desigualdad en México ni el rasismo e intolerancia en EEUU pero puedes empezar por ti mismo.
Estamos viviendo una época de fuerte impermanencia. Nada dura, todo puede cambiar en un instante. El futuro es incierto y poco prometedor. Esto genera estrés, angustia, ansiedad, inbsomnio y un montón de otros estados mentales, también afecta a nuestra salud, nuestras relaciones y a la forma en la que percibimos la vida. Nada nuevo, antes de la pandemia ya estaba pasando eso solo que ahora es más evidente.
En esta época de la impermanencia tú debes salvaguardar lo más preciado que tienes – lo humano de ti mismo.
Sé atento, reconoce, conecta. Suelta lo que te pesa y guarda lo que te enriquece en tu interior, aquello que te hace sentir bien como persona.
Práctica tu espeiritualidad, práctica meditación, yoga – todo aquello que te lleva a lo interno y desarrolla tu espiritualidad. Busca a los Maestros que tienen recorrido un camino espiritual, lee sus textos, acude a sus prácticas.
Solo así lograrás generar un momento de bienestar en estos tiempos de guerra y desde allí las cualidades divinas surgiran nuevamente.
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3 Comments
Muy buena forma de plantearlo gracias por compartilo
Gracias Eduardo por tu comentario.
Muchas gracias por la lectura.