¿En serio?
Si, en serio.
Cuando uno lleva la práctica hacia la perfección, ésta se vuelve automática, ya no nos cuesta trabajo; al mismo tiempo surge un entendimiento que nace de la práctica misma y podemos ver sus resultados sin perseguirlos. Eso hace que todo lo que nos rodea puede volverse el escenario para la práctica, la práctica ocurre por si misma, inicia y se desencadena sola.
Por ejemplo: si estás tratando de transformar tu tristeza o angustia y estás usando para eso la práctica de conectarte con la Quietud, al hacerla diario, por un tiempo suficientemente largo, llegará un momento en el que encontrarás la quietud afuera, sin dificultad, de hecho, puede resultar que aún en los lugares de caos el estado de quietud se desarrollará por si mismo. En pocas palabras: mientras más caos, más fácil será mantener la quietud.
En este caso ya no es la práctica sino la no-práctica que trae el resultado – ya no necesitas enfocarte y recuperar la quietud porque ésta llega sola cuando más caótico sea tu entorno o tu interior. Es cuando decimos que la práctica se integra a la vida diaria y se vuelve parte de nosotros.
Pero no piensen que entonces de una vez ¡vamos a practicar la no-práctica y ya está! Primero tienes que conquistar el resultado de la práctica, trabajar con la quietud en tu mente, en tu entorno, en tus emociones, palabras y acciones. Luego tienes que tomar la decisión para el cambio, ser disciplinado y determinado para lograrlo y finalmente hacer la práctica diaria hasta que los resultados aparezcan claros y estén presentes en cualquier circunstancia y condición. Entonces puedes dejar la práctica porque ésta ya estará integrada a tu vida – ya no tienes que practicarlo hasta que veas que ese equilibrio se está perdiendo, entonces la retomas por un rato y te fortaleces repitiéndola nuevamente de manera formal.
Así que no hay de otra: ¡hay que practicar!
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Gracias por ayudarme a recordar…