¿Ya tienes tu mantra?
¿No?… todos los tenemos y además los creamos nosotros mismos. Vamos a ver cómo.
La práctica hace al maestro – me dijo una vez un amigo. Y tú… ¿qué practicas?
Cuidado, la pregunta parece facil pero es capciosa. Yo mismo, cuando me pregutaron eso, primero recite una listas de prácticas de meditación que hacía.
¡Pero no! – escuché de mi amigo – ¡en tu vida!… ¿qué es lo que más repites, más haces? porque es eso lo que realmente practicas. Y ya que la práctica hace al maestro, entonces te debes estar haciendo muy bueno en lo que haces.
… Que horror – pensé.
Rápidamente recordé todas las veces que me enojé – soy muy bueno en eso (quien sabe porqué), y luego las veces que dije estupideces, y luego… ¡ah no! Ya no voy a hablar de mi.
Pero definitivamente soy bueno en lo que más hago.
¿Se dan cuenta? Si practicamos rencor, cada vez es más facil sentirlo. Si practicamos enojo, cada vez aparece más rápido, si practicamos soberbia o arogancia – cada vez se vuelve más sofisiticada. Si constantemente juzgamos a los demás – ya no podemos vivir sin criticar.
Y así nos volvemos Maestros en crear nuestras priopias fuentes del sufrimiento.
Pero hay algo más
¿Cuáles son las palabras que más usas? ¿Las que te salen con mayor facilidad? ¿Qué tono usas? ¿Qué intenciones tienes al hablar? ¿cuál es la energía detrás de tus palabras? Deberías saberlo porque es así como estás creando tus propios mantras.
Mantras son los sonidos, generalmente ancestrales, que desprovistos de significado poseen su propia energía, a veces cualidades, a veces un poder concreto y con éste nos pueden transformar. Los mantras sagrados nos pueden liberar, transformar, fortalecer, proteger. Son muy poderosos – miles y miles de años han estado acumulando su energía.
Pero cada uno de nosotros también genera a energía contenida en los sonidos.
Date cuenta que lo que sale de tu boca, las palabras, expresiones que son tuyas o tal vez la forma de hablar, o quizás los temas que siempre son los mismos (por ejemplo quejarse) se vuelven parte de tu esencia y mientras más lo repites, mas fuertes se vuelven. ¿Recuerdas? – nos hacemos maestros en lo que más hacemos.
Entonces si estas acostumbrado a quejarte, el sonido que acompaña las mismas expresiones comienza a potencializar tu entorno y a ti mismo. Así se cierra el círculo y mientras mas hablas, más causas encontrarás para hablar. Y si tus palabras son nobles, traen cualidades – es maravilloso porque todo te respaldará en tu entorno gracias a la energía que constantemente generas. Pero si tu habla nace del dolor o es iracundo – no esperes cosas hermosas.
Estos son los antimantras – el sonido que solidifica tu realidad.
Comienza por practicar el sonido limpio, claro, sin perturbaciones ni oscurecimientos:
Por ejemplo, comprométete a decir diez veces al día “gracias” o diez veces “por favor” o “perdón”.
Esta es la manera en la que puedes no solo cambiar la energía alrededor de ti pero también llegar a la esencia de tu alma y fortalecerla. Hay muchas frases hermosas que sirven para esta práctica: que tal “te amo”
Y no importa si al principio no te nace, solo díselo en voz alta y luego díselo a alguien más. Vas a ver cómo cambia la energía de tu día – este es el poder del sonido.
De esta manera lograrás cambiar la energía alrededor de ti pero sobre todo la esencia de tu alma.