Dzogchen, de acuerdo con la escuela Bon, la más antigua tradición espiritual del Tibet y la escuela Nyingmapa del budismo tibetano, es el estado primordial y condición natural de todo ser, una condición no-dual de la mente que no tiene apego y ni conceptos. Dzogchen tiene sus linajes de enseñanzas solo en estas dos tradiciones aunque como práctica está más allá de las escuelas y su concepto permea, con distintos nombres, en todas las tradiciones orientales de meditación.
Pero dzogchen también son enseñanzas, no solo el estado de la mente conocido como la Gran Perfección, también es el método para descubrir dicho estado primordial y condición natural. Tanto la escuela budista Nyingmapa como la tradición Bön consideran esta enseñanza y método como su enseñanza central y más importante, y como el sendero supremo y definitivo para la Iluminación.
A diferencia de los caminos de la Renuncia (sútrico) y de la transformación (tántrico), dzogchen es el camino de la liberación. En dzogchen los practicantes entienden que no es necesario renunciar a los obstáculos o fuentes de sufrimiento y modificar sus actos ni transformar las emociones negativas o los pensamientos que crean a la estructura interna sino aceptarlos tal como son, sin juzgarlos y estos se liberan en si mismos develando la verdadera naturaleza de la mente.
Quizás el dzogchen tenga fama de que no requiere esfuerzo, pero para poder practicarlo de manera adecuada necesitamos invertir una enorme cantidad de esfuerzo en comprender lo que se conoce como preliminares externos e internos. Con perseverancia y sabiduría, el dzogchen se vuelve un método increíblemente profundo y efectivo para alcanzar la iluminación en beneficio de todos los seres. Eso lo dijo Alexander Berzin – un pensador y escritor budista, traductor, interprete de S.S el Dalai Lama por nueve años y maestro enfocado en la tradición tibetana.
Así el tercer camino que promete un avance más rápido que los otros dos camino, resulta al mismo tiempo el más difícil y más oculto porque está relacionado con la mente misma de la cual trata de liberarse. Las prácticas son fundamentalmente de contemplación más que meditaciones activas o analíticas.
Practicar dzogchen es generar una visión libre de juicio y criterio que nos lleva a reconocer la naturaleza de la mente y de la realidad misma. Esta es la forma ulterior y absoluta de liberarse pero también a nivel de la vida diaria, la perspectiva dzogchen libera a los practicantes de las mecánicas de la mente ordinaria que dan nacimiento al sufrimiento.