Un estudio llevado en Harvard por casi 80 años, revela las verdaderas fuentes de la felicidad.
En el 1938 se ha sometido a 268 estudiantes de Harvard a un riguroso estudio de salud que duró casi 80 años. Ellos y sus descendientes directos entraron en ese estudio par descubrir los factores que afectan a la salud y a la… felicidad. Ese estudio resultó ser uno de los más largos en la historia de la ciencia moderna – es conocido como Estudio de Glueck. Los resultados arrojaron una inmensa cantidad de datos valiosos sobre la salud física y mental de los individuos estudiados.
A lo largo del tiempo, a los 268 estudiantes se suman sus descendientes. Hoy, de la primera etapa pocos sobreviven – 19 personas de las 268 y de la segunda, sus descendientes – 1,300.
Los investigadores revisaron los datos relacionados con su salud, trayectoria profesional y la vida en sentido muy amplio: los triunfos y fracasos, carreras, matrimonios. Recuerden que hablamos no solo de la primera generación sino también de sus descendientes.
Los resultados fueron asombrosos, reveladores e inesperados.
Independientemente de una gran cantidad de información relacionada con estilo de vida, comportamiento y salud, que hoy está a la disposición de varias ramas de la ciencia, es el tema de la felicidad la que nos asombró a todos de sobremanera.
Resulta que son la relaciones que desarrollamos a lo largo de la vida y que tan felices somos en estas relaciones que influye más en la salud. “Así que cuidar el cuerpo es muy importante pero desarrollar relaciones cálidas también es una forma de cuidarse” – dice Robert Waldinger, el director del estudio – “y eso es una revelación para todos”.
Así que no es la fama, dinero, ni el poder que fortalecen la felicidad a lo largo de la vida, ni lo es el IQ, ni la clase social, ni siquiera la genética. Son las relaciones que desarrollamos. Los vínculos que creamos nos protegen de las desaventuras, retrasan los negativos procesos de la mente y nos defienden del daño que puedan generar.
En el último seminario que tomé con Lama Tenzin Wangyal Rinpoche, él ha hablado sobre la práctica de la larga vida, y en pocas palabras dijo que la larga vida depende de la calidad de ésta. Y la calidad depende de la conexión que logra uno consigo mismo y con los demás.
Crear buenas, sanas y duraderas relaciones es conectarse, primeramente con uno mismo, no con lo que cree que es, con lo que uno espera o desea ser sinoi con esa parte de uno mismo que es inmutable, más allá de la mente conceptual y del ego. Solo así somos capaces abrirnos a otras personas y desde allí, desde esa apertura – un estado sin juicio, expectativa, sin ningún deseo de control, podemos conectar a otro.
Desafortunadamente no acostumbramos conectarnos con nosotros mismos. Según Lama Tenzin Wangyal Rinpoche, nos conectamos con nuestros problemas y con el sufrimiento y eso desde luego no nos permite la apertura. Así que no solo no nos conectamos con nosotros mismos, fallamos en eso, nos conectamos con el sufrimiento y ese lo cultivamos a la perfección. Un estado asínos cierra a otras personas – imposible crear na relación, y menos una valiosa y cálida.
Así que practiquemos, apertura – conexión – felicidad.
Por el resto de nuestras vidas